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El alzheimer en Ecuador es una realidad ya que la población está envejeciendo. Según una actualización de datos del Instituto de Estadísticas y Censos (INEC), la población adulta mayor es de 1,3 millones, que representa 33% más que en 2010, cuando se realizó el último censo económico. Para entender un poco más las cifras, quiere decir que este año, en 2020, hay 28 adultos mayores por cada 100 niños menores de 15 años, mientras que en 1950 esa proporción de personas de la tercera edad era solo de 13, como explica esta nota de Primicias.
La esperanza de vida también se ha incrementado ya que según el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) el promedio de vida pasó de 77,6 años a 83,5 y con ella llega el alzheimer, una enfermedad silenciosa, que genera deterioro cognitivo, que no tiene tratamiento, ni cura y se convierte en sufrimiento para quienes padecen y sus familias.
Cada año, explica Tedros Ghebreyesus, director general de la OMS, se registran cerca de 10 millones de nuevos casos de demencia, de los cuales 6 millones se producen en países de ingresos bajos y medianos. El alzheimer, como otras enfermedades de demencia, necesitan que la persona afectada tenga un cuidador disponible, lo que no es posible para muchas familias, que hace aún más grave el impacto de esta enfermedad.
Esta enfermedad no solo requiere atención médica y cuidado constante sino un presupuesto y según datos del MIES, los ingresos de adultos mayores en Ecuador, entre 66 y 85 años, disminuyen de USD 362 a 144, lo que resulta insuficiente para el cuidado frente al alzheimer.
Hay estudios realizados a escala mundial que demostraron que las buenas prácticas alimenticias y el ejercicio podrían reducir el riesgo de padecer alzheimer entre un 70 y 80%.
Al parecer la actividad física realizada de forma regular brinda beneficios para el cerebro, según explica esta nota de la Clínica Mayo. Los estudios revelan que quienes se ejercitan con frecuencia, de 30 a 60 minutos por semana, tienen menos riesgo de desarrollar alzheimer.
No es un secreto que el ejercicio ayuda a razonar, pensar, mejorar la memoria y trabajar la función cognitiva, ya que la actividad física beneficia al cerebro, favorece la circulación de la sangre y aumenta las sustancias químicas que lo protegen. Además, contrarresta las reducción natural de conexiones cerebrales que se da al envejecer.
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Hace falta más investigación para concluir la relación entre deporte y alzheimer pero el ejercicio regular es un gran aliado para envejecer teniendo mejor calidad de vida.
Si realizar ejercicio en sí no es lo suyo, lo que sí puede hacer es salir a caminar de forma enérgicamente 3 veces a la semana al manos 40 minutos cada vez. Esta actividad sencilla puede reducir el riesgo de demencia un 50%.
Las grasas trans son aquellas saturadas con moléculas de hidrógeno, que suelen ser sólidas en temperatura ambiente. Su consumo frecuente puede obstruir arterias y afectar el buen funcionamiento cardiovascular y cerebral. La American Heart Association recomienda seguir un patrón de alimentación en el que el 5% a 6% de sus calorías provengan de grasas saturadas. Por ejemplo, si necesita unas 2000 calorías al día, no más de 120 deberían proceder de grasas saturadas.
Esto equivale a unos 13 gramos de grasa saturada al día.
Las grasas malas aumentan el colesterol en la sangre y estimulan la producción de las placas de beta-amiloide en el cerebro que son una característica del alzheimer. Un estudio que se realizó en Chicago (EE.UU.) reveló que las personas que tienen una dieta alta en grasas trans tienen tres veces más probabilidades de desarrollar alzheimer.
Estos alimentos se caracterizan por ser ricos en vitaminas y minerales, protegen el cerebro, como el ácido fólico y la Vitamina B6. Hay estudios que revelan que un alto consumo de frutas y hortalizas se asocia a un menor riesgo de deterioro cognitivo. De hecho, el consumo frecuente de verduras reduce el riesgo de sufrir diabetes tipo 2 y obesidad que son patologías que impactan al sufrir Alzheimer.
Esta vitamina es un antioxidante que se encuentra en nueces y otras semillas, espinaca, mango, papaya, pimientos rojos, tomates y otros alimentos. Su consumo está asociado con la reducción de riesgos de padecer Alzheimer.
Hace años se puso de moda consumir multivitaminas, que incluso contenían hierro y cobre para suplir cualquier deficiencia. La única manera en que se debe ingerir el Hierro y Cobre es si el médico lo receta ya que la mayoría de personas tienen estos en niveles normales en el organismo, y su consumo en exceso podría estar relacionado con problemas cognitivos.
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