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Constantemente recibimos información sobre bienes y servicios, sus ventajas, porqué pueden ayudarnos a conseguir nuestros objetivos de bienestar o cómo pueden satisfacer nuestras necesidades.
Pero para consumir, primero debemos contar con los recursos necesarios para cumplir con lo que requerimos todos los días, y también para darnos nuestros gustos.
Para poderlo hacer con tranquilidad, y con la certeza de que podemos afrontar cualquier imprevisto, es necesario gozar de una buena salud financiera.
Tener finanzas ordenadas, planificadas y que nos permitan satisfacer nuestras necesidades y afrontar imprevistos son señales de una buena salud financiera. A su vez, estas permiten el funcionamiento de otros aspectos de nuestra vida, como la educación, el entretenimiento, los pasatiempos o las inversiones en activos.
La salud financiera es el “bienestar que se alcanza mediante una buena gestión de la economía personal, familiar o empresarial para poder hacer frente a imprevistos y conseguir metas vitales y de futuro”. Para llegar a esto, debemos mantener un equilibrio entre los ingresos, los gastos y los ahorros, es decir, que nuestros ingresos nos permitan cubrir con nuestros gastos, y destinar un porcentaje de estos al ahorro.
Podemos resumirlo en tres palabras: Cumplir con nuestros objetivos.
Por ejemplo, Juan y Carla empezaron su vida laboral con diferentes salarios.
Una vez finalizado el primer año de trabajo, Juan tuvo que concentrarse en el pago de las deudas que adquirió, mientras que Carla pudo empezar una maestría en una institución de educación superior.
Además, tener claridad entre los ingresos y gastos que tenemos, nos ayuda a tomar mejores decisiones, debido a que la desorganización de las finanzas deriva en pagos atrasados, intereses o acumulación de deudas.
Si nos planteamos un propósito, sea este educativo, de bienestar, recreacional, o de activos , la salud financiera nos permite alcanzarlos en un plazo razonable.
Esto depende de una serie de pasos que podemos seguir para alcanzar una situación financiera saludable, independientemente del Estado actual de nuestros ingresos y gastos.
Como toda revisión de salud, el primer paso es el diagnóstico. En este caso, debemos realizar un balance entre los ingresos, gastos y ahorros que estamos destinando cada mes. A partir de esto, debemos hacer los correctivos necesarios para que nuestros gastos no superen a los ingresos, encontrando las mejores alternativas para cubrirlos y dejar un porcentaje para el ahorro.
Podemos empezar esta revisión haciendo una descripción de los ingresos mensuales: gastos fijos como arriendo, pensiones escolares, cuota del vehículo o vivienda, servicio de internet, y de otros que, si bien lo pagamos cada mes, puede tener ciertas variaciones, como es el caso de agua potable o energía eléctrica. Posteriormente podemos revisar qué gastos son esenciales y cuales no, para visibilizar a aquellos que pueden dejar de ser devengados.
Si estamos revisando las finanzas familiares, es importante incluir a otras personas en el proceso, y definir tareas que se encargará cada uno. Por ejemplo, definir quién se encargará de los pagos de servicios básicos, televisión pagada o servicios de suscripción.
A su vez, es importante sincerarse, y entre ambos encontrar las mejores alternativas para optimizar los gastos y dejar de lado los gastos que no son esenciales, tales como una suscripción a una plataforma de descarga de contenido o un curso que ya no estemos realizando. Si se quiere realizar una revisión de las finanzas personales, solo basta con el análisis de la persona que genera los ingresos e incurre en gastos.
Tanto para la revisión inicial, como para la elaboración de un presupuesto mensual que nos permita dar seguimiento a nuestros ingresos y egresos, podemos usar una hoja de cálculo de Excel, como lo muestra la siguiente imagen.
Para esto también puedes utilizar aplicaciones o páginas web como Splitwise, Monefy y Fudget.
Como podemos ver en el ejemplo, después de restar ingresos, gastos e inversiones, existe un valor a favor, que puede ser destinado para el ahorro. Es importante contar con ellos para cualquier imprevisto, o para empezar nuevos proyectos como emprendimientos, inversiones financieras, o ahorrar para objetivos futuros, como estudios, viajes o la compra de un auto nuevo. No olvides que la capacidad de ahorro depende de cada hogar.
Parte de la salud financiera, incluye destinar recursos inteligentemente. Es por esto que en la imagen podemos observar que la contratación de un seguro de vida o un plan de medicina prepagada es una inversión, ya que nos permitirá afrontar en el futuro cualquier imprevisto relacionado con el cuidado de nuestra salud.
Muchas personas no pagan un plan médico, debido a que en muchas ocasiones sus beneficios no son percibidos de manera inmediata. Pero cuando necesitamos recurrir a un médico, muchas veces de improviso o por algún accidente, nos damos cuenta de su importancia. Al pagar una cuota mensual por un plan médico, pagaremos un valor muy inferior por consulta, hospitalización o atención médica en el momento que lo necesitemos.
Tener un plan médico siempre es sinónimo de tranquilidad. No solo ayuda con el bienestar y salud física y mental, es un buen síntoma de salud financiera. Salud S.A. cuenta con una gama de servicios que te permitirán protegerte a ti y a los tuyos, puedes consultar sobre ellos en www.saludsa.com
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