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Todos hablan de vacunas y remedios para enfrentar el COVID-19 pero nadie aborda que una buena alimentación para combatir enfermedades. Porque una buena alimentación es la clave para tener el organismo sano y las defensas altas, listas para defendernos. Por eso esta nota explica que la verdadera epidemia es una mala alimentación.
Estamos viviendo una pandemia ocasionada por el COVID-19, un virus que comenzó en China y se extendió al rededor del mundo en unos meses volviéndose una amenaza global. Sin embargo, la verdadera amenaza es la mala alimentación de niños y adultos que padecen enfermedades como diabetes, hígado graso, alto nivel de triglicéridos, entre otras deficiencias en el cuerpo. Cuando una persona sufre este tipo de deficiencias nutricionales son más proclives que el virus, sea COVID-19 o cualquier otro, afecte con mayor magnitud.
No es que las personas con diabetes, por ejemplo, tienen mayores probabilidades de contraer coronavirus. No obstante, en el momento de padecerlo sufren más. La razón es que el COVID-19 prospera en un ambiente elevado de glucosa en la sangre, afectando las funciones biológicas y entorpeciendo el sistema digestivo. De hecho, la Asociación Americana de la Diabetes indica que las personas con diabetes tienen más probabilidades de experimentar síntomas y complicaciones graves cuando se infectan con cualquier virus.
El síndrome metabólico es el nombre que se le da a un grupo de factores de riesgo en enfermedades cardíacas, diabetes y otros problemas de salud. Este síndrome se define si uno tiene 3 de 5 elementos: alta presión, azúcar alta, obesidad, triglicéridos altos y colesterol bueno bajo.
Las personas que sufren síndrome metabólico tienen más posibilidades de llegar a Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y ser golpeadas de forma más dura por el COVID-19 o cualquier enfermedad, porque su organismo se encuentra luchando contra la obesidad, grasa y azúcar en el cuerpo. Es decir, una persona con presión alta, obesidad o diabetes ya tiene una inflamación crónica y a eso se le suma el virus, que hace que ese organismo no esté preparado para luchar.
Verduras y hortalizas primen en las comidas: cada verdura tiene cualidades diferentes e incluye distintos nutrientes y antioxidantes. Los colores que provienen de las clorofilas, los carotenos y carotenoides, las flavonas y antocianinas son indicadores de sus distintas propiedades y de sus antioxidantes.
Limita el consumo de carne roja: hay estudios que relacionan la alta ingesta de carnes rojas con mayor riesgo de cáncer colorrectal. No se trata de eliminar totalmente, pero sí disminuir al máximo para mejorar la calidad de vida.
Mejor la fruta entera que en jugo: Ecuador es un país de diversidad de frutas y eso hace que haya mucha cultura de jugos. La verdad es que, por ejemplo, un jugo de naranja tiene 5 naranjas exprimidas y eso hace que se ingiera mucha azúcar. Entonces la recomendación es comer la naranja entera y disfrutar su textura.
Integral es mejor: existe gran oferta de productos integrales como pasta, pan, masa de pizza y postres. Es mejor optar por este tipo de harina por dos razones: la primera es que este tipo de harina reduce la absorción de hidratos y grasas, a diferencia de la harina refinada que impacta en un aumento brusco en niveles de azúcar. La segunda razón es que la harina integral sirve de alimento a las bacterias buenas del intestino favoreciendo a las defensas, tránsito intestinal y obviamente disminuye el riesgo de cáncer colorrectal.
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