¡Estás gordito! es de esas frases que afectan la autoestima, si vienen de personas que te conocen bien y no te han visto en algún tiempo. De hecho, no es algo que debería decirse, pero al escucharlo hay que tomarse en serio el comentario. No se trata de hacer dieta y bajar un par de kilos, sino de cambiar el estilo de vida hacia uno más saludable y así evitar caer en las cifras de obesidad en Ecuador que van subiendo, tanto en adultos como niños. La obesidad es un problema grave de salud en Ecuador, que hay que entender para prevenirlo.
Estar gordito no es problema, pero la obesidad sí, entonces hay que entender ese punto en el que hay unos kilos extras que se transforman en obesidad. La obesidad es un aumento de composición de grasa corporal que se traduce en incremento de peso ya que el tejido adiposo (grasa) es mayor y esto desemboca en una enfermedad crónica y multifactorial que incide en otras enfermedades como diabetes, hipertensión e incluso cáncer.
El 13 de noviembre de cada año se celebra el Día Mundial contra la Obesidad para recordar que es necesario cambiar hábitos alimenticios y realizar actividad física para mejorar la calidad de vida y evitar ser parte de las 2,8 millones de personas a escala mundial que fallecen por esta enfermedad.
Una de las situaciones más complejas es la obesidad infantil, porque un niño con diabetes si no logra revertirla será un adulto enfermo que necesitará tratamientos médicos de por vida, por eso es clave detectar a tiempo los casos de obesidad en niños y para poner en marcha un plan de mejor alimentación y actividad física.
Según un estudio realizado por Unicef, en Ecuador el sobrepeso y la obesidad entre los niños, niñas y adolescentes es una preocupación creciente. En 2012, 1 de cada 10 niños menores de cinco años ya sufría esta condición. La cifra aumenta con la edad: 1 de cada 3 niños en edad escolar y 1 de cada 4 adolescentes ya registra sobrepeso. Estas cifras traspasan fronteras, ya que la OMS (Organización Mundial de la Salud) indica que en 2020 hay 350 millones de niños con obesidad infantil y para 2030 esa cifra se duplicará, lo que refleja que algo está mal respecto a la alimentación de los menores en sus hogares.
La obesidad infantil puede conducir a la aparición temprana de diabetes tipo 2, estigmatización y depresión, y es una señal de que ese niño enfrentará enfermedades crónicas no transmisibles en adultos, como hipertensión, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
La alimentación balanceada es la clave -como explica esta nota que indica que la verdadera pandemia es una mala alimentación-, para mejorar estos índices de obesidad infantil. Se sabe que una mala alimentación afecta de esta forma:
La obesidad no es un juego, por lo que es necesario mejorar la ingesta de alimentos en frutas, verduras y hortalizas. También agregar más fibra y alimentos integrales y tomar más de 5 vasos de agua al día para ayudar al cuerpo a llevar los nutrientes a través de la sangre. En este proceso es necesario evitar alimentos con exceso de azúcar o grasa y evitar las carnes procesadas que contienen muchas calorías. Asimismo es necesario realizarse chequeos de rutina para evaluar peso, masa muscular y los niveles de glucosa en la sangre para identificar las oportunidades de mejora en el paciente.